EN MANOS DE DIOS

Mi esposo y yo decidimos empezar a buscar a nuestro primer bebé en enero 2016, a dos años de habernos casado. Es simpático decir “buscar” porque, aunque es una búsqueda de la pareja, finalmente, los hijos llegan en el momento en que Dios decide que es el momento perfecto.

Iniciamos nuestra “búsqueda” con monitoreos de ovulación entre los días 10 y 12 del ciclo más o menos, así estuvimos por 6 meses, el doctor que me los hacía me decía que había meses que yo no ovulaba, y yo no terminaba de entender por qué, me decía que tenía ovarios poliquísticos y que era normal que haya meses que yo no ovule.

Después de 6 meses de intentarlo de esta manera, decidimos parar, relajarnos y dejar simplemente que fluya, así estuvimos por 4 meses y en el proceso, la ansiedad nos comenzó a afectar, por lo que decidimos cambiar de médico y explorar otras alternativas. Recuerdo la primera consulta con este nuevo médico, lo primero que me dijo fue: -Sos muy joven, hace poco están buscando, no se desesperen. Pero una vez que me revisó me dijo: – María José tenés ovarios poliquísticos muy densos, te tenés que embarazar antes de los 30 y mejor todavía si vienen 2 bebés de una vez.

Está de más decir que los niveles de ansiedad se dispararon nuevamente, el diagnóstico una vez más era ovarios poliquísticos, pero no terminábamos de entender porqué, si muchas mujeres con ovarios poliquísticos se embarazan sin problemas, a nosotros nos costaba tanto… y por qué nos urgía lograr el embarazo lo antes posible y mejor si venía más de un bebé. Sonaba grave y nos asustamos, por lo que optamos por la sugerencia del doctor de iniciar con estimulación ovárica, la cuál podía hacerme hasta 4 veces, antes de considerar otro tipo de tratamientos de fertilidad.

Recuerdo que la primera vez hice toda la medicación y el día que tenía consulta para ver el resultado de la estimulación, falleció mi abuela. En medio de la tristeza y el dolor, decidí ir igual a la consulta para ver cómo se comportó mi cuerpo, y recuerdo que el doctor me revisó y me dijo que tenía híper-estimulación ovárica. Nos informó que yo tenía 4 óvulos maduros, y que si seguíamos adelante con el coito programado podíamos llegar a tener un embarazo múltiple y que él no podía asegurarme (obviamente) cuáles eran las probabilidades de que sean 1, 2, 3 o 4 bebés. Decidimos dejar pasar ese ciclo y lo volvimos a intentar.

En el siguiente ciclo de estimulación, que justo coincidió con un viaje, durante el viaje me picó un bicho en el brazo y terminé internada con una aparente dermatitis infecciosa, por lo que nuevamente el ciclo se vió interrumpido.

Después de este segundo ciclo suspendido yo estaba muy desesperanzada y angustiada porque sentía que mis alternativas se estaban agotando.

En ese momento apareció el Modelo Creighton en nuestras vidas.

Les cuento todo esto porque realmente mirando en retrospectiva me doy cuenta lo mucho que intentamos e intentamos por distintos caminos durante 12 meses, y que realmente fue la mano de Dios, utilizando como instrumento a una amiga, la que nos guió en el momento perfecto, hacia la alternativa con la que logramos el embarazo.

Le comenté a mi esposo sobre el Método Creighton y la Naprotecnología y juntos decidimos conocer, el me apoyó desde el primer momento, entendíamos ambos que era una inversión de tiempo y una manera diferente de encarar la fertilidad y mi salud ginecológica. Me sentí muy contenida en todo el proceso de aprendizaje y gracias a su apoyo y su interés pudimos entender y aplicar el método.

Iniciamos la formación en el Método Creighton en febrero del 2017, yo quedé embarazada en marzo del 2017 y perdimos un bebé de 5 semanas de vida.

Si bien fue muy dura la pérdida de nuestro primer bebé, estábamos tan seguros del método que decidimos volver a utilizarlo una vez que pasó un tiempo que consideramos prudencial.

Volví a quedar embarazada en septiembre del 2017 y Paula María, nuestra “pequeña elegida por Dios” llegó a nuestros brazos el 23 de junio del 2018. El amor, la alegría y la gratitud con que la recibimos es indescriptible.

Cada vez que tenemos la oportunidad contamos nuestro testimonio. Varias personas cercanas ya son usuarias del método, lo que nos pone muy felices.

Para nosotros el Método Creighton y la Naprotecnología cambiaron la manera de encarar nuestra fertilidad y también nuestra relación de pareja. Ser usuarios del método es una decisión de a dos, que conlleva compromiso y entrega, pero que tiene sus frutos y son maravillosos.

 

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